El mundo es nuestro,
no se confundan.
aunque parezca al revés:
que las luces se ponen
sobre los que se inventan
una identidad con poco
con casi nada, con menos
de lo que usábamos
tiempo atrás
para fabricarnos los disfraces.
El mundo es nuestro
de los menos
visibles;
no nos creamos la estupidez
que muestran mientras
maquillan ideas ya transitadas
con nuestros pies
descartadas por pueriles
simples, aburridas.
Ahí estuvimos y decidimos alejarnos
caminando a nuestro ritmo
hacia un lugar con más potencia:
las orillas del anonimato.
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