jueves, 26 de noviembre de 2015

La hora exacta


Recuerdo siendo niño

inquirir a mi viejo sobre la existencia

de la hora exacta/

no comprendía el desfasaje 

de los relojes adultos.


Él dijo que existía:

que de la ubicación de los planetas

se concluía la hora precisa

y que sin ella el mundo

se desbarrancaba/

yo asentí fingiendo comprender

y me subí al auto en silencio.


Ahora me encuentro

-veinte años después-

de regreso a mi casa/

según el boleto que recién saco

en un minuto pasa el próximo tren

pero la gente se acumula en el andén

y nada indica su llegada.

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